martes, 31 de julio de 2012
¿Qué ves cuando no ves?
Archivo, Arte
38
En
los cuatro años de vida que ya lleva el Centro Argentino de Teatro
Ciego, el fenómeno pasó de lo under a ocupar un espacio significativo en
la cartelera porteña. La invitación al misterio, a lo oscuro, a la
incertidumbre cumple de entrada (y de lleno) con el precepto de que el
arte te genere algo, te sacuda. Múltiples voces de una experiencia
transformadora que apuesta a derribar prejuicios.

Alguien con voz fuerte anuncia que “Babilonia FX, la noticia oscura”
está lista para darnos la bienvenida al Teatro Ciego. Se forman filas,
nos tomamos de los hombros, “No se suelten, la semana pasada perdimos a
uno” bromea quien nos va a guiar. Se corre una cortina negra, espesa y
empezamos a caminar sin ver absolutamente nada. Alguien nos dice que
tenemos una silla a nuestras espaldas. No prendan las luces, la función
está por comenzar.
***
Charlie Gerbaldo se acercó a la actuación por primera vez a sus
diecisiete años. Hoy, años después y con una gran carrera en su haber,
es actor, docente, dramaturgo y director de la obra Babilonia FX, entre
otras, en el Centro Argentino de Teatro Ciego. Su acercamiento a la
disciplina fue gracias a Gerardo Bentatti, fundador, junto a Martin
Bondone, del Centro.
“Cuando llegué a Buenos Aires conocí a un amigo que había visto una
obra en plena oscuridad, se llamaba ‘Caramelo de limón’ (de Ricardo
Sued), que surgió en Córdoba. Al ver esa obra, quedó flasheado con la
puesta en escena que era en plena oscuridad y empezó a averiguar para
sumarse al equipo. Logró meterse como actor y cuando se terminó quedó
con ganas de seguir haciéndola. Pidió los derechos, pero durante siete
años no pudo hacerla hasta que surgió “La isla desierta”. Ese director –
actor es Gerardo Bentatti, uno de los dueños del Teatro Ciego” relata
Charlie apasionado. Pasaron casi diecisiete años hasta que Gerardo logró
poner en escena la obra que ya lleva diez años en cartel en el Centro
Cultural Konex.
Tremenda pasión y entusiasmo se materializaron el 4 de Julio del 2008
cuando se fundó el Centro Argentino de Teatro Ciego, un espacio
realmente innovador ya que es el primero en el mundo en donde se
presentan obras en total oscuridad. Se anula un sentido y se
intensifican todos los otros, apostando a la inclusión y equidad.
Charlie resalta las ventajas de la oscuridad: “Por lo que dura la
obra en sí, todos están en las mismas condiciones, el actor que ve, el
actor que no ve, el espectador que ve, el espectador que no ve. Por un
tiempo determinado, todos están con un sentido menos, sin la vista”.
Desde el 2008, han pasado muchas obras y hoy se puede disfrutar de
espectáculos para todos los gustos. Pero el Centro siguió creciendo y se
sumaron actividades de formación actoral, tango, creación coral y
meditación. Todas ellas abiertas a quienes deseen intensificar los
sentidos y capacidades en la oscuridad.
Omar es psicólogo, músico y actor. “Tuve la suerte de encontrarme con
un maestro como Charlie, que supo interpretar mis expectativas” nos
cuenta mientras explica su acercamiento al Teatro Ciego, en donde hoy lo
disfrutamos en su papel en la obra Babilonia FX, inspirada en el Caso
Cabezas. “Es una obra difícil, es muy rápida, el actor está
constantemente en movimiento. Uno tiene que tener la capacidad de lo que
en psicología se llama Disociación instrumental, tenés que hacer varias
cosas además de actuar tu personaje. Es apasionante” concluye.
Actuar el personaje no es cosa menor teniendo en cuenta que todo
transcurre entre el público. La disposición espacial, que descubrimos
una vez terminada la obra pero que intuimos desde antes, apuesta a un
ambiente intimista; los hechos y escenas se mueven entre la gente,
rompiendo con la disposición clásica. Omar cree positiva esta
característica, “el publico en general se emociona mucho, porque de
alguna manera participa del espectáculo al estar tan cerca”
En un mundo en donde la imagen prevalece, el Teatro Ciego rompe con
los prejuicios y las diferencias, y avanza firme para defender una
nueva forma de sentir y percibir
***
Termina la obra y explotan los aplausos en la oscuridad. Lentamente
se van encendiendo las luces, parpadeo un par de veces y se me
acostumbra la mirada. Entran los actores y saludan. Aplaudimos de pie,
por todo aquello que pudimos ver mientras no veíamos.
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