martes, 31 de julio de 2012



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Martes 28 de Febrero de 2012
CRÍTICA: Cuando sobran los ojos

 
El Centro Argentino de Teatro Ciego propone a los espectadores la experiencia de asistir a la función de una obra donde la privación del sentido-guía de la vista da lugar a la agudización del resto de los sentidos, a la fuerza de la imaginación y al encuentro con nuestros propios conflictos interiores.Por Alejandro Bovino Maciel (talomac@gmail.com)
Desde que el teatro desertara de los altares de Dionisio, en la Magna Grecia, ha pasado por largos y complejos procesos de cambio, que van desde criterios de puesta, enfoques textuales y paratextuales, la dilución paulatina del argumento, las modernas técnicas de despliegue escénico, los efectos que aportó la moderna tecnología audiovisual y la intrusión más o menos calibrada de elementos que eran ajenos a la escena: piscinas, animales, acrobacias. Pero todos estos cambios se fueron dando en el escenario, en la puesta, en el texto que precede a la acción dramática en sí.

El Centro Argentino de Teatro Ciego ha puesto el énfasis en el espectador, no en la escena. Habilita una sala donde, ya se nos advierte, nada veremos porque está total y absolutamente a oscuras. Se trata de privarnos por una hora del sentido-guía (la vista) que usamos para subordinar a los demás sentidos bajo su imperio casi tiránico. Como anticipara el actor que nos ingresa a la sala oscura, “nunca somos absolutamente dueños de nada, especialmente de lo que percibimos” y esta experiencia del plazo de ceguera que nos exigen para asistir a la función de la obra El infinito silencio va confirmando muchas de nuestras antiguas sospechas: el mundo que creemos tan contundente y real, puede ser solamente una construcción de nuestra mente, servida por esclavos rebeldes como nuestros ojos, el oído, el olfato, el gusto y todos los sentidos que agrupamos bajo el nombre genérico de “tacto”, aunque allí se incluyan desde el calor al dolor.

Los actores Claudio Sánchez, Charlie Gerbaldo, Gerardo Bentani (algunos de ellos son ciegos/as), Javier Roson, Luisa Savoiardo, Mirta Lezcano, Sabrina Heisecke, Vanesa Boroda y Fernanda Rodríguez da Silva dan vida sonora a la familia del poeta Amancio Figueroa. Sabemos que viven en un pueblo del interior y que, como sucede en tantísimas familiar, los hijos no se parecen a los padres. Tampoco el perro que anda de aquí para allá, roza de cuando en cuando a un espectador indefenso (es increíble la sensación de indefensión que sentimos quienes tenemos alguna tara obsesiva al privársenos de la vista, órgano esencial para el control que necesitamos mantener vigilante sobre el medio que nos rodea), y hasta jadea a un costado; así como acechan el olor de café y los perfumes que se cambian toda vez que la familia realiza esos pequeños rituales domésticos, la llovizna que nos roza cuando viene un aguacero que sentimos salpicar por techos y desagües.

El pater familia es un escritor que trabaja como periodista y que, en un medio limitado como un pueblo, sufre constantemente la presión de la mujer y los hijos que necesitan todas las utilidades que el consumismo nos hizo creer que son imprescindibles para vivir. El poeta decide permanecer fiel a sus convicciones morales. Los hijos estallan en luchas estruendosas, la familia como institución amenazada cede un paso adelante pero retrocede diez, según la óptica desde donde se juzgue la situación; porque, aunque ciegos, el autor nos induce a tomar decisiones internas. Esta es la otra virtud de obligarnos a la ceguera: uno se embarca en un doble juego. Se aceptan las premisas de todo teatro sabiendo que es una representación de una realidad, pero al forzar la imaginación como puerta de acceso a un mundo que no se ve aunque estemos despiertos, entra en juego como nunca nuestra propia conflictiva, la obra nos invita a recorrernos privados de luz por los oscuros sótanos de nuestra propia mente en busca de algún punto de fijación de la moral y las convicciones más profundas que nos hacen ser tal como somos, o creemos ser.

Invito a los amables lectores a pasar por esta experiencia original que nos propone el Teatro Ciego. Comprobará usted mismo/a que no se defraudará, y ojalá avance un paso hacia el conocimiento más profundo de su propio interior. Le bastará hacerse algunas preguntas mientras transcurre la obra: ¿Por qué obra así? ¿Qué haría yo en su lugar? ¿Por qué haría eso y no otra cosa? ¿Qué me mantiene firme en mis convicciones? ¿En qué se apoya mi moral? ¿La tengo y no la uso o la uso y no la tengo?
No se arrepentirá, créame.

Ficha Técnica
El infinito silencio (Basada en la vida de Diego R. Oxley)
Dirección General: Gerardo Bentatti & Charlie Gerbaldo
Elenco: Claudio Sánchez, Charlie Gerbaldo, Gerardo Bentatti, Javier Roson, Luisa Savoiardo, Mirta Lezcano, Sabrina Heisecke, Vanesa Boroda, Fernanda Rodríguez da Silva.
Musicalización y Edición: Javier Roson & Charlie Gerbaldo
Dirección de Edición: Exequiel Carracciolo
Voz en off: Claudio Sánchez
Piano grabado: Carlos Cabrera
Clarinete y Saxo en vivo: Graciela Pereyra.

Centro Argentino de Teatro Ciego, Zelaya 3006 (Abasto) Tel.: 6379-8596

El Infinito Silencio: 
Jueves 21 Hs / 
Viernes 23 Hs / 
Domingos  17 Hs /







http://www.babilonialapelicula.blogspot.com.ar/

¿Qué ves cuando no ves?

Archivo, Arte
En los cuatro años de vida que ya lleva el Centro Argentino de Teatro Ciego, el fenómeno pasó de lo under a ocupar un espacio significativo en la cartelera porteña. La invitación al misterio, a lo oscuro, a la incertidumbre cumple de entrada (y de lleno) con el precepto de que el arte te genere algo, te sacuda. Múltiples voces de una experiencia transformadora que apuesta a derribar prejuicios.
Las entradas están agotadas en vísperas de feriado, un domingo frío de Abril. En la puerta de Zelaya 3006, te reciben multiplicidad de letreros que hacen de cartelera. Todos comentan y eligen, jóvenes, niños, adultos, ancianos, videntes, no videntes y yo.
Alguien con voz fuerte anuncia que “Babilonia FX, la noticia oscura” está lista para darnos la bienvenida al Teatro Ciego.  Se forman filas, nos tomamos de los hombros, “No se suelten, la semana pasada perdimos a uno” bromea quien nos va a guiar. Se corre una cortina negra, espesa y empezamos a caminar sin ver absolutamente nada. Alguien nos dice que tenemos una silla a nuestras espaldas. No prendan las luces, la función está por comenzar.
***
Charlie Gerbaldo se acercó a la actuación por primera vez a sus diecisiete años. Hoy, años después y con una gran carrera en su haber, es actor, docente, dramaturgo y director de la obra Babilonia FX, entre otras, en el Centro Argentino de Teatro Ciego. Su acercamiento a la disciplina fue gracias a Gerardo Bentatti, fundador, junto a Martin Bondone, del Centro.
“Cuando llegué a Buenos Aires conocí a un amigo que había visto una obra en plena oscuridad, se llamaba ‘Caramelo de limón’ (de Ricardo Sued), que surgió en Córdoba. Al ver esa obra, quedó flasheado con la puesta en escena que era en plena oscuridad y empezó a averiguar para sumarse al equipo. Logró meterse como actor y cuando se terminó quedó con ganas de seguir haciéndola. Pidió los derechos, pero durante siete años no pudo hacerla hasta que surgió “La isla desierta”.  Ese director – actor es Gerardo Bentatti, uno de los dueños del Teatro Ciego” relata Charlie apasionado. Pasaron casi diecisiete años hasta que Gerardo logró poner en escena la obra que ya lleva diez años en cartel en el Centro Cultural Konex.
Tremenda pasión y entusiasmo se materializaron el 4 de Julio del 2008 cuando se fundó el Centro Argentino de Teatro Ciego, un espacio realmente innovador ya que es el primero en el mundo en donde se presentan obras en total oscuridad. Se anula un sentido y se intensifican todos los otros, apostando a la inclusión y equidad.
Charlie resalta las ventajas de la oscuridad: “Por lo que dura la obra en sí, todos están en las mismas condiciones, el actor que ve, el actor que no ve, el espectador que ve, el espectador que no ve. Por un tiempo determinado, todos están con un sentido menos, sin la vista”.
Desde el 2008, han pasado muchas obras y hoy se puede disfrutar de espectáculos para todos los gustos. Pero el Centro siguió creciendo y se sumaron actividades de formación actoral, tango, creación coral y meditación. Todas ellas abiertas a quienes deseen intensificar los sentidos y capacidades en la oscuridad.
Omar es psicólogo, músico y actor. “Tuve la suerte de encontrarme con un maestro como Charlie, que supo interpretar mis expectativas” nos cuenta mientras explica su acercamiento al Teatro Ciego, en donde hoy lo disfrutamos en su papel en la obra Babilonia FX, inspirada en el Caso Cabezas.  “Es una obra difícil, es muy rápida, el actor está constantemente en movimiento. Uno tiene que tener la capacidad de lo que en psicología se llama Disociación instrumental, tenés que hacer varias cosas además de actuar tu personaje. Es apasionante” concluye.
Actuar el personaje no es cosa menor teniendo en cuenta que todo transcurre entre el público. La disposición espacial, que descubrimos una vez terminada la obra pero que intuimos desde antes, apuesta a un ambiente intimista; los hechos y escenas se mueven entre la gente, rompiendo con la disposición clásica. Omar cree positiva esta característica, “el publico en general se emociona mucho, porque de alguna manera participa del espectáculo al estar tan cerca”
En un mundo en donde la imagen prevalece, el Teatro Ciego rompe con los prejuicios y las diferencias, y  avanza firme para defender una nueva forma de sentir y percibir
***
Termina la obra y explotan los aplausos en la oscuridad. Lentamente se van encendiendo las luces, parpadeo un par de veces y se me acostumbra la mirada. Entran los actores y saludan. Aplaudimos de pie, por todo aquello que pudimos ver mientras no veíamos.